La Textura de Eros

Por ANA BAÑOS, PSICOANALISTA / JULIO 23, 2007

No hay historia universal y única de amar. Hay amores y formas de dar amor: unos dan lo que tienen; otros no dan porque no tienen; otros más dan todo lo que tienen y hasta lo que no tiene.

Freud advirtió que hay cuatro actos que son imposibles y por lo mismo sólo hay que hacerlos: gobernar, educar, analizar y amar. En cada uno, la palabra es lo que se da y se da como un don, como promesa. 

Las promesas, como las cubiertas de chocolate, se rompen pero sin ellas tampoco podemos vivir. Una promesa –aunque no haya garantía de cumplirla– da seguridad en un mundo inseguro e inquietante. Las promesas son frágiles pero esa fragilidad nos sostiene y nos vuelve humanos. 

Según Jacques Lacan fue Platón quien confeccionó una singular forma de amor. Amar es dar lo que no se tiene.

¡Dar lo que no se tiene es jugar al juego de la bolsa agujerada! 

Dar lo que se tiene, no es igual a dar lo que no se tiene. En ambas hay un regalo, eso es lo que Freud enseñó desde siempre, pero hubo algo que sólo dijo a sotto voce, cuando se da lo que se tiene, no se trata sino mierda. ¡Ahí la diferencia! Esa diferencia se nota cuando en vez de un regalo se le da al festejado dinero.

En el imperio de las mercancías no hay lugar para las apuestas (salvo en los Caliente, tal vez por lo mismo siempre están llenos). Las tiendas tienen hoy vales de regalo. Son una forma de eliminar esas cositas del amor, como por ejemplo, 1) perder el tiempo, lo que no es poco cosa cuando de regalo se trata; 2) elimina la duda ¿le gustará o no gustara?; 3) no se puede imaginar el momento de la entrega ni mucho menos la cara de sorpresa.

Regalar es regalar, si alguien prefiere no arriesgar para no exhibirse, no pone en juego el don del regalo ni el amor, sino su imagen (que no ha de ser muy buena, si hay que cuidarla tanto). Todo regalo está envuelto en una apuesta de amor.

En uno de los diálogos de Platón, “Del banquete o del amor”, una mujer llamada Diótima, vidente y amiga de Sócrates, hace circular –en boca del sabio– la versión más célebre de todos los relatos míticos que narran el origen del amor. 

EL MITO DE EROS
Cuando nació Afrodita, los dioses echaron la casa por la ventana, hicieron una pachanga y entre los invitados –habitantes del Olimpo– estaba Póros, hijo de Metis (la primera esposa de Zeus). A la hora de la comida vino a la puerta con mucho apetito Penia; como no fue admitida se quedó afuera a mendigar. Póros, embriagado por el néctar, salió al jardín y entorpecido por la borrachera se durmió. Movida por su carencia, Penia se hizo embarazar en esa noche de copas, ¡¡¡una noche loca!!! El día en que Afrodita nació, Eros, el amor, fue concebido. Presentación social de la familia. Metis , la abuela, es conocida como doña prudencia, algunos otros la llaman agudeza o invención.

La prudencia es una virtud frente a las contingencias. La prudencia permite decidir de acuerdo con la oportunidad. 

La agudeza es un modo de supervivencia, elimina la monotonía de la vida, es una manera de vivir jugando. Los latinos concebían dos formas de ingenio: el agudo y el obtuso, el agudo orada rápidamente y permite transmitir un asunto de una forma ágil y veloz. 

El papá de Eros es Póros (en gr. Póros) su nombre es idéntico al de esos agujeritos que pueblan nuestra piel. A Póros le apodan el expediente, el recurso, el oportuno. Ahora verán por qué.

La palabra expediente (en lat. Expediere), lejos de ser un montón de hojas y legajos archivados y empolvados, significa dar curso conveniente, oportuno y expedito. Expediente es entonces el medio para salir de una dificultad, es la vía oportuna. 

La señora Penia, la mamá, es la pobreza andando, se caracteriza por la aporía (una palabra compuesta por una a- de privación y -poria de poros).

Penia carece de recursos, está en un callejón sin salida por lo que permanece en un estado de duda e incertidumbre. Penia siempre tiene apetito. 

Apettius en latín significa deseo amoroso, ¿no es acaso, del deseo amoroso, que nace la palabra? Eros fue concebido el día en que Afrodita nació. 

Afrodita en una segunda acepción significa palabra e imaginación. Para los humanos los hechos se cuentan con las palabras, cada quien construye la realidad en función de sus pasiones, de sus deseos, de sus intereses.

El que ama es un reo del amor. Reo no es el que está tras las rejas, etimológicamente reo deriva de reor que significa contar. El reo es el cuenta sus faltas. 

Hay un lazo entre amor y culpa. En ambos, ¡el sujeto siempre declara! El culpable dirá: “cometí una falta” y el enamorado “me haces falta”. Ante el amado declaramos para hacernos amar, pedimos ser amados a pesar de nuestras carencias, defectos y miserias. El amado es el juez, a quien se dirige la declaración que pregunta e indaga: a pesar de mis hilachas ¿podría amarme? ¿te hago falta?

AMORDESEO
Entonces, Eros hijo de Penia y Póros, no tiene nada que ver con el amor romántico. Eros tiene una doble naturaleza sintéticamente mediada por figuras opuestas: la abundancia y la carencia. Eros es rico y pobre. No sin propósito se dice por ejemplo “afortunado en el amor, desafortunado en el dinero”, el amor es mezcla de una cierta fortuna y desfortuna. Los amantes tienen en parte lo que desean y en parte no. 

El amor desea aquello que no tiene y cuando lo tiene desea otra cosa, y así deseando el deseo la vamos viviendo. 

Eros es una sagaz aporía que ofrece como recurso, la riqueza de las palabras, la fragilidad las promesas, las declaraciones de amor. De su padre obtuvo energías inagotables que le empujan continuamente a nombrar, a inventar, a tramar.

LA EXPERIENCIA COTIDIANA DEL AMOR
Es posible dotar de sentido al llanto y a los sonidos guturales de un recién nacido gracias a Eros. Pues concebimos, imaginamos la significación cada vez que ponemos en juego el amor.

Cuando a oídos de una madre llegan esos sonidos del infante ella sabe-hacer algo con eso, y los regresa al niño de una cierta manera: ¡Ah! ¡Lloras porque tienes hambre! Como vemos, cuando una madre piensa con la panza, se ocupa bien. Es la madre y no el hijo, la que dice lo que pide. Es una demanda atribuida al infante. No hay nada que garantice previamente a la experiencia que se trata de eso. Nadie lo puede garantizar. Es pura apuesta, es un riesgo a tomar. Lo importante es que ese llanto, esa voz impactó el cuerpo de la madre, la afectó y eso sólo ocurre cuando a esa y sólo a ella le concierne su hijo.

Infancia es lo que no habla, deriva del latín infans, palabra compuesta de “in” negación y del verbo en participio “for, faris”, que significa hablar. La infancia no es sólo una edad de la vida que luego pasa. La infancia está en todos los actos de palabra, se hace presente cuando hombres y mujeres habla, cuando alumnos y maestros hablan, porque la palabra recibe su determinación en lo indecible. La infancia no es lo dado ni lo fabricado sino el momento donde en lo que algo va toma su propia forma. 

En la vida diaria, el amor sale del juego, cada vez menos humanos corren ese tipo de riesgos. La ciencia se presenta como el lugar de las certezas. 
En España, un ingeniero, tras tres noches de desvelos, sin poder interpretar por qué lloraba su hijo, se dedicó a crear un aparato electrónico que llamó “Why Cray Baby”. El aparato –hoy comercializado– no es mayor a una calculadora, con él se analiza el llanto de un bebé. El programa consta de 5 categorías: hambre, aburrimiento o necesidad de brazos, estímulos, sueño, estrés nervioso y malestar. Según Pedro Monagas, el inventor, la clasificación la validó tras estudiar a 100 recién nacidos. La fiabilidad del aparato es del 90%. Para sostener el mínimo margen de error, cada usuario deberá seguir las normas para regular variables aleatorias como ruido ambiental. Además de que el llanto del bebé deberá tener, mínimo 35 decibelios para su efectividad.

¿Qué ha cambiado cuando no es el deseo amoroso de una madre, sino el conocimiento objetivo de programa el que determina lo que ese llanto es?
¿Qué ha cambiado cuando no es el deseo amoroso de un determinado maestro, sino las pruebas neurológicas, las que determinan, que sucede a esos cuerpos inquietos en el aula? ¿Qué quiere una mujer? Esa pregunta ha movido a muchos hombres y a los hombres de ciencia también. ¿Qué ha cambiado cuando no es ya el deseo el que descifra lo que a ella le pasa?

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